Sobre Nosotros

A los ocho años, su abuela le enseñó a hacer punto y ganchillo. Al principio, la paciencia era su enemiga, pero poco a poco, con hilo y constancia, tejió sus primeros calcetines. Rosa y verde. Calentaban sus pasos mientras exploraba las montañas navarras, y también el alma, como hacen todas las cosas hechas a mano.

Allí, entre historias de mujeres fuertes, Esther descubrió el poder de las lanas: no solo abrigan el cuerpo, también el corazón. Aprendió la tradición que pasaba de abuelas a nietas en los caseríos, donde las agujas eran casi una extensión de las manos.

Hoy, desde su pequeño taller en la vieja Pamplona, Esther —lachicadelaslanas— transforma ovillos en emociones. Cada prenda comienza con un boceto, unas medidas, una prueba. Y sobre todo, con amor. En sus talleres comparte mucho más que técnicas: enseña a tejer recuerdos, a crear con las propias manos algo que trascienda el tiempo.

Lachicadelaslanas es eso: una alma inquieta que juega entre ovillos como un gatito curioso, que encuentra belleza en la calma de cada puntada. Sabe que un jersey hecho a mano no es solo una prenda: es una historia tejida con cariño, una herencia que puede pasar de generación en generación.

Como la mejor lana, Esther es firme pero suave, resistente pero ligera. Ha aprendido a estirarse sin romperse, a doblarse ante la vida sin quebrarse. Y eso es lo que transmite en cada clase, en cada pieza, en cada ovillo que cae entre sus manos.

Aquí no solo se venden lanas ni se imparten talleres. Aquí se teje vida.